viernes, 8 de abril de 2011

Las leyendas urbanas más famosas de la Edad Media



Las leyendas urbanas son relatos pertenecientes al folclore contemporáneo que, pese a contener elementos sobrenaturales o inverosímiles, se presentan como crónica de hechos reales, los cuales nunca han sucedido. Y es que, aunque sea totalmente falso, una leyenda urbana puede permanecer como creencia cierta durante siglos, como éstas, que se conocen desde nada más y nada menos que la Edad Media:
10. Incubos y Súcubos. El súcubo, según las leyendas medievales occidentales, es un demonio que toma la forma de una mujer guapa para seducir a los hombres, sobre todo a los monjes, en sus sueños, para tener relaciones sexuales con ellos. De esta manera, absorben la energía del hombre para mantenerse, y a menudo, llegan hasta tal punto, que pueden dejarlo agotado o incluso matarlo.
Por el contrario, los incubos es lo mismo pero en versión masculina que intenta seducir a las mujeres.
Al parecer, está leyenda se extendió en la Edad Media porque varias personas sufrieron lo que se cree que era la parálisis del sueño o sueños de vigilia, en los que el demonio intentaba mantener relaciones con ellas.

9. Tribus Perdidas. En el año 720 a. C. el rey asirio Sargón II invadió el reino de Israel, dispersando a la población por otras zonas de su imperio y llevando a los notables desterrados a Babilonia. El reino fue repoblado con gentes de otros lugares. Los israelitas deportados entre otras naciones perdieron su identidad y nunca regresaron a tierras de Israel: recibieron el nombre de las diez tribus perdidas, ya que se creía que habían desaparecido por completo.

8. Fuente de la Juventud. Es el símbolo de la inmortalidad, es una legendaria fuente que supuestamente cura y devuelve la juventud a quienquiera que beba de sus aguas o se bañe en ellas.
Las historias de los nativos americanos sobre la fuente curativa estaban relacionadas con la mítica isla de Bimini, un país de riqueza y prosperidad situado en algún lugar del norte, posiblemente en la ubicación de las Bahamas. Según la leyenda, los españoles supieron de Bimini gracias a los arahuacos de La Española, Cuba y Puerto Rico. Sequene, un jefe arahuaco de Cuba, supuestamente había sido incapaz de resistir la tentación de Bimini y su fuente restauradora. Reunió a un grupo de aventureros y navegó al norte, para no volver jamás. Sus antiguos súbditos más optimistas decían que Sequene y sus seguidores había encontrado la fuente de la juventud y vivían lujosamente en Bimini.

7. Judío Errante. La leyenda relata que un personaje judío (su caracterización concreta varía según las versiones) negó un poco de agua al sediento Jesús durante el camino hacia la Crucifixión, por lo que este lo condenó a «errar hasta su retorno». Por tanto, el personaje en cuestión debe andar errante por la Tierra hasta la Parusía.
Durante las épocas siguientes, el anónimo judío adquiere varios nombres: algunos misteriosos, como Cartafilo y Ashevero, otros explícitos, como Buttadeus y Juan Espera en Dios. Baltasar Gracián, con más precisión que oído, lo llama Juan de Para Siempre. Para afirmar la veracidad de la leyenda, a partir del siglo XIII empiezan a comparecer testigos: un cronista boloñés que afirma, en 1223, que el Emperador Federico II oyó por boca de unos peregrinos que en Armenia había un judío condenado por Nuestro Señor a ser un viajero eterno; el historiador inglés Roger de Wendover, en una crónica de 1228, asegura que este judío, entrevistado por el Arzobispo de Armenia, confesó haber sido en tiempos remotos servidor de Poncio Pilatos.

6. Papisa Juana. Los relatos sobre la papisa sostienen que Juana, nacida en 822 en Ingelheim am Rhein, cerca de Maguncia, era hija de un monje. Según algunos cronistas tardíos, su padre, Gerbert, formaba parte de los predicadores llegados del país de los anglos para difundir el Evangelio entre los sajones. La pequeña Juana creció inmersa en ese ambiente de religiosidad y erudición, y tuvo la oportunidad de poder estudiar, lo cual estaba vedado a las mujeres de la época. Puesto que sólo la carrera eclesiástica permitía continuar unos estudios sólidos, Juana entró en la religión como copista bajo el nombre masculino de Johannes Anglicus (Juan el Inglés). Según Martín el Polaco, la suplantación de sexo se debió al deseo de la muchacha de seguir a un amante estudiante.
Juana se trasladó a Roma en 848, y allí obtuvo un puesto docente. Siempre disimulando hábilmente su identidad, fue bien recibida en los medios eclesiásticos, en particular en la Curia. A causa de su reputación de erudita, fue presentada al papa León IV y enseguida se convirtió en su secretaria para los asuntos internacionales. En julio de 855, tras la muerte del papa, Juana se hizo elegir su sucesora con el nombre de Benedicto III o Juan VIII. Dos años después, la papisa, que disimulaba un embarazo fruto de su unión carnal con el embajador Lamberto de Sajonia, comenzó a sufrir las contracciones del parto en medio de una procesión y parió en público. Según Jean de Mailly, Juana fue lapidada por el gentío enfurecido. Según Martín el Polaco, murió a consecuencia del parto.
La opinión más extendida es que se trata de una leyenda, que sin embargo fue dada por cierta por la propia Iglesia hasta el siglo XVI. Las sillas perforadas exhibidas en su apoyo no son al parecer otra cosa que las sillas curiales, que simbolizaban el carácter colegial de la Curia romana. Ninguna crónica contemporánea a los hechos narrados acredita la historia, y la lista de papas no deja ningún resquicio en que se pueda insertar el pontificado de Juana.

5. Robin Hood. Según la leyenda, Robin Hood era un barón llamado Robin Longstride o Robin de Loxsley, quien era de gran corazón y vivía fuera de la ley, escondido en el Bosque de Sherwood y de Barnsdale, cerca de la ciudad de Nottingham. Hábil arquero, defensor de los pobres y oprimidos, luchaba contra el sheriff de Nottingham y el príncipe Juan sin Tierra, que utilizaban la fuerza pública para acaparar ilegítimamente las riquezas de los nobles que se les oponían.
Hay una serie de teorías que tratan de identificar a un histórico de Robin Hood, pero por diversas razones (tales como la popularidad del nombre en la Edad Media), es improbable que alguna vez existiese tal personaje.

4. Santo Grial. Uno de los objetos bíblicos más preciados y más buscados a través de la historia es el Santo Grial, que fue la copa usada por Jesús en la Última Cena, del cual se dice que posee poderes milagrosos. Estos poderes están relacionados con que pueden curar personas y rejuvenecerlas.
La leyenda surgió de los Templarios, una orden que al principio estaba formada por personas que tenían una gran avidez de conocimientos, pero que con el paso del tiempo fue constituyéndose por gente muy fanática que representaba algo que no existía.
Esta gente armó, como si fuera una realidad, toda una fantasía sobre la copa de la que bebió Jesús en la última cena y finalmente terminaron creyéndola, tanto ellos como la sociedad en general.

3. Rey Arturo. Es un destacado personaje de la literatura europea, especialmente inglesa y francesa, donde aparece representado como el monarca ideal, tanto en la guerra como en la paz. Según algunos textos medievales tardíos, fue un caudillo britano que dirigió la defensa de Gran Bretaña frente a los invasores sajones a comienzos del siglo VI. Su historia pertenece principalmente a la leyenda y a la literatura, aunque se discute si Arturo, o un personaje similar en el que se habría basado la leyenda, existió realmente.
Y es que, aunque se ha tomado en repetidas ocasiones a este personaje como real, no existen testimonios arqueológicos fiables que permitan certificar la existencia histórica del Rey Arturo. Lo más cercano que ha habido a ello ha sido finales del siglo XII, cuando los monjes de Glastonbury hallaron supuestamente en una tumba una cruz con una inscripción latina que identificaba a los allí inhumados como Arturo y su esposa, Ginebra. Se trató, sin embargo, de un fraude relacionado con la Historia Regum Britanniae de Geoffrey de Monmouth, con la probable finalidad de aumentar la afluencia de peregrinos.

2. Cruzadas Infantiles. La leyenda cuenta que durante ese año, en plena Edad Media, dos niños, uno en Alemania y otro en Francia, tuvieron visiones y mensajes divinos sobre la recuperación de Jerusalén por ejércitos de niños . Según esas visiones, Jerusalén caería por la pureza de alma de los ejércitos infantiles.
Entonces, en los dos países se organizaron expediciones para reconquistar Tierra Santa, que juntaron unos 30.000 niños en Francia y 20.000 en Alemania, todos de entre 8 y 13 años , y unos 200 adultos. La expedición francesa llegó a Niza, en el sur de Francia, donde se embarcó para Medio Oriente. La columna de niños alemanes, por su parte, entró en la Selva Negra.
Nunca se ha establecido si la Cruzada de los Niños realmente existió o fue un mito, tal vez originado por un hecho histórico real. Los que piensan que sí lo fue, señalan que en el cuento infantil El Flautista de Hamelin pueden hallarse pistas sobre el hecho. Hay que recordar que en la versión original del cuento, el flautista no devuelve a los niños, sino que los hace desaparecer en una colina, o según otra versión, los ahoga en un río.

1. Preste Juan. Fue un personaje muy popular en la Europa de los siglos XII a XVII. Se dice que era un patriarca, de ahí su título de Preste; y rey cristiano que dirigía una nación cristiana aislada entre musulmanes y paganos en Oriente. Los anales escritos de este reinado consisten en colecciones de fantasía popular medieval. Supuestamente descendía de los tres Reyes Magos, y era un mandatario generoso y un hombre virtuoso, que regía un territorio lleno de riquezas y extraños tesoros, donde se encontraba el Patriarcado de Santo Tomás. Su reino contenía maravillas como un espejo a través del cual podía ver todas sus provincias, de cuya fábula original derivó la "literatura especular" de la Baja Edad Media y el Renacimiento. En ella, los reinos de cada príncipe eran censados y sus deberes fijados.
La primera vez que se menciona a este personaje es en la crónica del obispo alemán Otto de Freising. Inicialmente, se creía que el reino del Preste Juan se hallaba en la India. Corría por entonces la creencia muy divulgada de que los cristianos nestorianos habían tenido éxito en evangelizar esas tierras, y estaban regidos por un sacerdote-rey llamado Juan. Probablemente los viajes de Tomás el Apóstol, documentados en obras como los Hechos de Tomás, sirvieron de germen para la leyenda. Tras la llegada de los mongoles al mundo occidental, se situó al rey en Asia Central. Eventualmente, exploradores portugueses se convencieron de que le habían encontrado en Etiopía. El emperador de Bizancio y el papa habían recibido varios mensajes de esta figura misteriosa, en los que él mismo describía la grandeza y la riqueza de sus feudos.
La leyenda del Preste Juan influyó en los viajes de exploración de la Baja Edad Media. Cuando en el XV los portugueses entraron en contacto con el reino cristiano de Etiopía, en África, pensaron que habían encontrado este reino, considerando al Negus o Negus negusti (Rey de reyes) etíope como el mítico Preste Juan. Otras leyendas identifican a Preste Juan con Juan el Apóstol, que basándose en el capítulo 21 del Evangelio de Juan, asumen que Juan el Apóstol nunca murió, y que seguía vivo en la Edad Media. El preste Juan podría haber sido alguno de los monarcas de la Etiopía cristiana.

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