10. Wendy Brown. A sus 33 años, a esta mujer estadounidense no se le ocurrió otra cosa que robar la identidad de su hija de 15 (la cual vivía en otro estado con su abuela), ingresar en su instituto y apuntarse al equipo de animadoras. La alegación que esta mujer dio no fue otra que quería ver cumplido "su sueño de la infancia", ya que no pudo hacerlo por quedarse embarazada muy joven.
Su sueño fue chafado, ya que fue condenada a 1 año de prisión por robo de identidad.
9. Todd Davis. Este hombre, quién estaba totalmente seguro de los servicios que ofrecía su empresa, era el presidente de la compañía de protección de datos LifeLock. Tanta era la confianza, que de hecho Davis decidió comenzar una fuerta campaña publicitaria en la cual publicada su número de seguridad social en todos los avisos. Con un gran presupuesto, la mencionada campaña compredía avisos en vallas gigantes, a los lados de camiones y autobuses, en todo Internet y hasta anuncios de televisión.
Davis retó al mundo a intentar robar su identidad, y claro, lo consiguieron hasta un mínimo de 87 ocasiones, costándole a la compañía aproximadamente 12 millones de Dólares en conceptos de multas por publicidad engañosa, además de pérdidas de clientes millonarias.
8. Lara Love y David Jackson. Fueron llamados por el juez que lleva el caso los “vecinos del infierno”, y es que esta pareja en California fue acusada de victimizar a docenas de sus vecinos y amigos en una operación de robo de identidad masiva. Lara Love y David Jackson se residenciaron en una pequeña comunidad californiana donde trabajaron rápidamente para ganarse la entrada a los corazones (y sus hogares) de los integrantes de esa confiada vecindad. Irrumpiendo en las conexiones de internet sin seguridad, pirateando correos electrónicos, e incluso robando carteras de sus coches. Tanto Love como Jackson se hicieron y utilizaron las identidades de 30 vecinos distintos.
7. Elizabeth Esther Reed. Los graduados en los institutos de secundaria estadounidenses sueñan con ir a universidades como Harvard o Columbia. El proceso de entrada es duro, y todas las respuestas a todas las preguntas son analizadas en profundidad. Sin embargo, Elizabeth Esther Reed logró ingresar a ambas universidades respondiendo incorrectamente el primer requerimiento: “Ingrese su nombre y apellidos completos”. Mejor conocida entre sus compañeros como Brooke Henson, Esther utilizó la identidad de una mujer desaparecida de carolina del Sur en EEUU para tomar su puesto en las clases e incluso eventualmente obteniendo trabajo. La impostora apareció en la lista de más buscados de América y recientemente se declaró culpable de cargos de fraude y robo de identidad.
6. Gerald Barnes. Este delincuente estaba tan obsesionado en convertirse en médico que estaba dispuesto a hacer cualquier cosa por serlo. Todo, menos ir a la universidad y estudiar medicina. En vez de eso, Barnes se hizo de una carrera robando la identidad de verdaderos doctores y estableciéndose una reputación de trabajo duro. Gerald ha sido condenado en varias ocasiones por esa farsa, pero en todas fue dado en libertad. Pero cada vez que era devuelto a las calles Barnes lo hacía de nuevo. Como “médico” construyó una “identidad honorable” gracias a sus trabajos clínicos y a sus misiones médicas voluntarias, siempre robando la identidad de sus víctimas mediante fraude postal, robo y hasta homicidio. Con sus casi reales diplomas en la pared y actitudes amables, sus pacientes confiaban en que era un médico entrenado.
5. Raphael Golb. Generalmente se cree que el robo de identidad se hace para obtener un ganacia monetaria. Sin embargo, Raphael Golb tuvo más motivos familiares en mente cuando se embarcó en su aventura criminal. El padre de Golb, profesor de la Universidad de Chicago, publicó una teoría controversial sobre el Mar Muerto. Ésta no tuvo una gran aceptación entre sus iguales académicos, pero su hijo buscó cambiar eso. Golb se hizo con las identidades de varios de los profesores compañeros de su padre para forjar comunicados en línea que apoyaban la teoría de su padre, especialmente de aquellos investigadores que se opusieron inicialmente a la misma. Desafortunamente para Golb, esos mismos académicos no apreciaron la lealtad familiar que lo llevó a robar sus identidades, y lo acusaron para que luego fuera arrestado por robo de identidad, personalización criminal y acoso agravado, por lo cual tuvo que estar 6 meses en prisión.
4. Barbora Skrlova. Esta mujer originaria de la República Checa está encarcelada por robar la identidad de varios niños y niñas de 13 años de edad. En este extraño caso, Barbora Skrlova se fue con todo y hasta asistió a clases como los jóvenes a los que le había robado la identidad, engañando a maestros y administradores con su cabeza rapada y senos ajustados con cinta adhesiva. Otras identidades asumidas por Skrlova incluían la de una niña desaparecida llamada Anna y la de un niño enfermo llamado Adam. Aunque lo motivos que tuvo Skrlova para robar esas identidades son misteriosos, las autoridades especulan que es posible que tenga un desorden mental.
3. Abraham Abdallah. Este ladrón cibernético utilizó un ordenador de una biblioteca del barrio de Brooklyn y la lista de los "más ricos" que anualmente publica la revista Forbes, para hacerse pasar por ellos. Entre sus víctimas se encontraban Steven Spielberg; el presidente ejecutivo de Disney, Michael Eisner, el millonario financista George Soros, o incluso la gigante televisiva Oprah.
Logró penetrar los sistemas de compañías calificadoras de crédito, tales como Equifax y Experian, y obtuvo allí datos de sus víctimas, los cuales utilizó luego para "clonarlos" y acceder a sus cuentas abiertas en algunos de los más grandes bancos de inversiones estadounidenses, como Merrill Lynch y Goldman Sachs.
El ladrón cibernético logró así obtener datos como el número de seguro social de sus "víctimas", y el nombre de soltera de sus madres, los cuales eran en algunos casos preguntas secretas de sus contraseñas de crédito.
Esto ocurrió en el 2001, ya que a día de hoy, estos sistemas son mucho más seguros.
2. Li Ming. Es común asumir que quien se atreve a robar la identidad de otra persona para obtener beneficios económicos es una persona bastante desesperada. Pero qué tan desesperado debe estar alguien para robar su propia identidad. Eso es exactamente lo que Li Ming, un estudiante graduado de la Universidad de West Chester en Pennsylvania hizo este mismo año. Li, acorralado por una asombrosa deuda en su tarjeta de crédito, finjió su propia muerte, acompañado de un obituario falso en el diario local. Nueve meses después, Li intentó obtener una nueva licencia de conducir con la intención de eventualmente aplicar por unas nuevas tarjetas de crédito. Sin embargo, la oficina de tránsito que visitó, desacostumbrada a entregar licencias a personas fallecidas, se comunicó con las autoridades.
1. Frank Abagnale. Fue un falsificador de cheques e impostor durante cinco años en la década de 1960. Actualmente dirige Abagnale and Associates, una compañía financiera de consultas de fraudes.
En sólo cinco años trabajó con ocho identidades diferentes (aunque utilizó también otros métodos para cobrar cheques), y pasó cheques falsos por un valor total de 4 millones de dólares en 26 países. Ejerciendo ilegalmente de médico, copiloto de PANAM, abogado, agente del Servicio Secreto, etc. Durante dos años Abagnale fingió ser un piloto de la agencia aérea Pan Am bajo el nombre de Frank Williams, un empleado de cortesía que necesitaba trasladarse de un país a otro. Lo logró gracias a que había obtenido un uniforme y falsificado el gafete de Pan
Am. Poco a poco fue adoptando la personalidad de Frank Corners, un pediatra del hospital de Georgia, para lo que obtuvo identificaciones falsas y durante once meses “ejerció” la medicina hasta que decidió abandonar esta práctica cuando puso en riesgo la vida de un bebé. Apenas a la edad de 19 años fingió ser el abogado Robert Black, egresado de la Universidad de Harvard. Ejerció la abogacía durante varios meses.
Durante sus primeros fraudes fue perseguido por el agente del FBI Sean O’Riley, a quien se le escapó en repetidas ocasiones hasta que lo capturó en Francia. Antes de cumplir 20 años Abagnale había cometido fraudes por valor de 2,5 millones de dólares, además de convertirse en el hombre más joven buscado por el FBI.
Lo de Frank Abagnale es increíble, la que pudo llegar a liar sin que nadie lo pillase, por cierto la película Atrápame si puedes está basada en su historia, y es muy buena película.
ResponderEliminarUn saludo!
Iba a decir lo mismo que Jesus Alvarado, saludos!
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