El neoyorquino Alex Boese recoge en su libro ‘Elephants on Acid and Other Bizarre Experiments’ los experimentos científicos más bizarros y extravagantes de la historia de la ciencia, algo que comenzó a realizar cuando estudiaba historia de la ciencia en la universidad, labor que comenzó a publicar en la revista New Scientist antes de pasar al libro. Recogemos la lista de los que nos parecen los más extraños, abstenerse sensibles porque algunos son realmente crueles:
10. Mantener un perro vivo sólo con su cabeza. A principios de la década de 1920, un científico ruso llamado Sergei Brukhonenko habría sido capaz de cortar la cabeza de un perro, y mantenerla viva. En esa época ya existían evidencias de que una cabeza seccionada mantenía “cierta actividad” relacionada con la vida durante unos cuantos segundos después de ser cortada.
Lo consiguió de la siguiente manera: una maquina se encarga de hacer circular sangre fresca por la cabeza seccionada, al tiempo que retira la sangre sin oxígeno.
Lo primero que uno puede preguntarse es por qué no hay información más reciente sobre este tipo de experimentos. Y existen al menos dos razones por la que esto puede haber desaparecido de la prensa.
La primera es que solo se haya tratado de una campaña propagandística rusa, destinada a demostrar a occidente su increíble capacidad técnica, mediante una serie de videos trucados. El hecho de que el video tenga créditos en ingles al final podría indicar que estaban dirigidos al “mercado norteamericano”. Al fin y al cabo, más tarde, durante la guerra fría, se enviaban a la prensa cosas más raras aún.
La otra posibilidad es que simplemente se trate de la obra de algún bromista. Los que navegamos todos los días por Internet vemos todo el tiempo noticias falsas pero dotadas de una dosis de verdad destinada a hacerlas medianamente creíbles.
9. El mínimo estímulo de un pavo. Otro experimento bizarramente asombroso por su proceder metodológico es el que Martin Schein y Edgar Hale, de la universidad de Pennsylvania, llevaron a cabo en la década de los 60s. Intrigados por la constante excitación sexual de los pavos macho, quisieron averiguar cuál era el mínimo estímulo ante el cual la evidenciaban. El procedimiento seguido era terriblemente sencillo: se cogía una pava, se le cortaba una extremidad y se colocaba ante un macho. Este reaccionaba sexualmente, así que se repetía la operación amputando una segunda extremidad. El resultado del experimento fue que el mínimo estímulo sexual que necesita un pavo para ponerse cachondo es la cabeza de una hembra clavada en un palo. Esperemos que a nadie se le ocurra repetir el experimento con humanos.
8. Trasplante de Cabezas. Vladimir Petrovich Demikhov era un científico ruso conocido por sus trabajos pioneros en el transplante de organos. Sus primeras pruebas consistieron en los transplantes de corazón y pulmones en animales, pero sin dudas su fase experimental más conocida es la que se sucedió entre 1930 y 1950, donde consiguió realizar el transplante de cabezas en perros.
En 1952 logró transplantarle exitosamente un corazón a un perro (adelantándose varios años al transplante del doctor Barnard), y obteniendo los que se considera el mayor éxito de la historia de la medicina rusa.
Sin embargo, su experimento más notorio fue el transplante de cabeza que realizó en 1953, Demikhov logró insertar la cabeza de un cachorro al cuerpo de un mastín adulto. Despues de la operacion, los médicos observaron como el perro anfitrión sufría incluso un rejuvenecimiento. Tambien se llegó a observar a ambos perros salivar y tener sed al mismo tiempo, pero finalmente el animal murió varios días después del transplante. El video muestra un fragmento de la operacion quirurgica, y el perro con dos cabezas, bebiendo agua por ambas de ellas y paseando.
Durante los siguientes 15 años, Demikhov realizo otras 24 intervenciones similares, creando todo un ejercito de perros bicefalos, pero ninguno de ellos vivio mas de un mes. Todos murieron por problemas de rechazo de tejidos. Demikhov sentaría precedentes: el Dr. Robert White realizaría, años mas tarde, similares trabajos con el transplante de cabezas en monos.
7. Visión Gatuna. En 1999 el equipo de investigadores de Berkeley dirigido por el Dr. Yang Dan insertó electrodos en los ojos de un gato y los conectó a un ordenador. Básicamente, con el gato sedado, se trataba de que estos electrodos convirtieran la señal nerviosa de la vista en datos que podían reconvertirse en imágenes en la pantalla del ordenador. La visión gatuna era un hecho. Algún día, la telerrealidad no necesitará cámaras, sino un par de cables bioconectados, USB mediante, al globo ocular.
6. Implantación de Heterosexualidad. En 1954, los psicólogos canadienses James Olds y Peter Milner, de la Universidad McGill, descubrieron que las ratas se acostumbraban a tocar una palanca que generaba una pequeña descarga eléctrica, a través de microelectrodos implantados en sus cerebros.
Cuando la corriente estimulaba ciertas zonas cerebrales, los roedores repetían la maniobra para recibir nuevos estímulos eléctricos. Y lo hacían hasta 2000 veces por hora, dejando de lado otras rutinas habituales, como la actividad sexual o la alimentación.
En 1979, Robert Heath, de la universidad de Tulane, decidió probar si esta estimulación en el cerebro de un homosexual, en la región del septum, lo podría transformar en heterosexual.
Heath se refería a sus pacientes como B-19, a los cuales, les insertó electrodos de teflón, para que envíen estímulos controlados cuidadosamente.
B-19, comenzó a presionar el botón de placer constantemente. En una sesión de tres horas, lo presionó 1.500 veces. Tuvo que ser desconectado, porque entró en estado de euforia y shock.
En esta etapa del experimento, el lívido de B-19, era tan elevado, que Heath decidió entrar en la última etapa del experimento: Presentarle una prostituta de 21 años.
Entró la chica al laboratorio, y quedó sola junta a B-19 en la habitación, por más de una hora B-19, no hizo nada. Pero cuando ella tomó la iniciativa, tuvieron sexo.
Un tiempo después del tratamiento, B-19 se casó con una bella mujer, pero repentinamente, la dejó y volvió a sus prácticas sexuales con hombres.
5. Revivir Cadáveres. En 1790 Luigi Galvani descubrió el efecto de la electricidad en una rana muerta. Su discípulo, Giovanni Aldini, fue un poco más lejos. En 1803 aplicó electricidad al cadáver del asesino George Forster, bien fresquito tras la ejecución por sus crímenes. Ante los asombrados espectadores, aplicó calambres a las orejas y boca del ajusticiado y éste se convulsionó, abriendo el ojo izquierdo y mirando a Aldini. La aplicación de electricidad en el recto provocó que al cuerpo muerto le entrara el baile de San Vito. La experiencia propició que durante esa época se intentara reavivar totalmente algunos cadáveres más. Una muestra de Steampunk en pos de la vida eterna abocado al fracaso, pero que sin duda alcanzó la pop culture, vía Mary Shelley, muy pocos años más tarde.
4. El Experimento de la Prisión de Stanford. Sin duda, el más conocido de la lista. Philip Zimbardo, consideraba que la estructura de poder era una de las causas de la violencia intrínseca al sistema penitenciario. Dividió al grupo de voluntarios en dos grupos, guardas y prisioneros, y se simulo la prisión. El experimento se le fue de las manos, por su propia fascinación ante lo que sucedía; en sólo seis días los vigilantes habían desarrollado humillantes métodos de sumisión. De hecho, se revelaron ante la suspensión del experimento. En 2001 la aceptable película alemana El Experimento se inspiró libremente en el suceso.
3. El Toro a Control Remoto. José Delgado, investigador de la universidad de Yale, de pié bajo un calor abrumador en una arena de Córdoba, vio venir hacia el un toro gigantesco a gran velocidad. El científico sacó de su bolsillo tranquilamente un control remoto, y cuando el animal, estaba a escasos metros, presionó un botón. La unidad, envió una señal a un chip implantado en el cerebro del animal, que de inmediato se detuvo, bufando varias veces, y a continuación, pasó pacíficamente.
El experimento de Delgado en la arena, fue una demostración de la capacidad del 'stimoceiver' para manipular el comportamiento del animal. El 'stimoceiver' es un chip de computadora con electrodos en regiones clave del cerebro del animal. Estos estímulos producían gran variedad de efectos, incluido el movimiento involuntario de miembros, la inducción de emociones como amor o el odio, y la inhibición del apetito.
Lo más sorprendente de esto, es que este experimento que parece ciencia ficción, tuvo lugar en 1963. Desde esa fecha no así, hasta hoy en día los investigadores han vuelto a trabajar en este campo. Con pruebas e informes sobre ratas, palomas e incluso tiburones.
2. Test de Obediencia de Milgran. En 1960, psicólogos de la Universidad de Yale bajo la dirección del Dr. Stanley Milgram quisieron probar los límites de la obediencia humana. Se simuló una prueba en la que los verdadero conejillos de indias desconocían serlo; se les pedía que fueran subiendo el nivel de electrocución de otra persona, a la que creían verdadero voluntario (y en realidad un actor), ante las respuestas incorrectas de éste. Llegados a un punto, se les hacía creer que la siguiente descarga sería letal, pero que debía llevarla a cabo para el buen resultado del experimento. 2/3 de los voluntarios aceptaban y, sin reparos, apretaban el botón.
1. Uñas Amargas. En 1942, Lawrence LeShan intentó influenciar a un grupo de jóvenes de forma subliminal para que dejasen de comerse las uñas. Mientras dormían, les pasaba un disco con una voz diciendo: Mis uñas saben terriblemente amargas”. Pasó que el tocadiscos se rompió, así que él mismo decía el diálogo todas las noches.Y pareció funcionar, ya que para el final del verano el 40 por ciento de los niños dejó de comerse las uñas. Aunque la explicación de LeShan suena más interesante, según él los niños pensaban “Si dejo de comerme las uñas el hombre raro se irá lejos”.
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